El síndrome post-COVID19, modelo del síndrome de fatiga crónica post-viral
El síndrome post-COVID-19 es un trastorno relativamente nuevo y, por lo tanto, la experiencia en el diagnóstico y tratamiento del mismo es limitada. Cuando apareció la epidemia de SARS-CoV-2 y se convirtió en una pandemia mundial, la mayoría de los esfuerzos se dirigieron a las consecuencias agudas del daño inflamatorio sistémico, que provoca una alta morbilidad y mortalidad. Hasta el 40% de las personas con SARS-CoV-2 nunca desarrollan síntomas, mientras que alrededor del 80% de los sintomáticos tienen una enfermedad leve que no requiere hospitalización.
Por otro lado, alrededor del 20% requiere hospitalización, pero solo el 5% desarrolla disnea progresiva y requiere ingreso en una unidad de cuidados intensivos. Además del daño pulmonar, COVID-19 también puede dañar otros órganos como el cerebro, el corazón, el hígado y el tracto digestivo, los riñones y los vasos sanguíneos. Esto puede conferir un escenario multisistémico con altas repercusiones a largo plazo.
Según la OMS, el tiempo desde el inicio hasta la recuperación clínica para los casos leves fue de aproximadamente 2 semanas y esa recuperación tomó de 3 a 6 semanas para la enfermedad crítica. El COVID prolongado puede involucrar diferentes síndromes; en algunos pacientes los síntomas debilitantes persisten durante semanas o incluso meses y en otros nunca desaparecerán.
La característica más común del síndrome Post-COVID-19 es que a pesar de superar la fase aguda de COVID-19 y no tener evidencia de actividad de COVID-19, los síntomas de COVID como fatiga, dolores corporales, dificultad para respirar, dificultad para concentrarse / memoria, intolerancia al ejercicio, dolor de cabeza y dificultad para dormir y alteraciones del sistema nervioso autónomo persisten y que los pacientes no han recuperado su nivel de salud y estado funcional anterior al COVID después de seis meses.
Esto induce un escenario multidimensional con fatiga física y neurocognitiva, que no mejora con el reposo y provoca intolerancia al ejercicio, síntomas cognitivos (alteraciones de la concentración y memoria) y disautonomía con mareos, hipotensión ortostática, inestabilidad postural, taquicardia inadecuada y síncopes. Si esta fatiga patológica dura más de 6 meses y disminuye la actividad individual global en más de un 50%, y se acompaña de síntomas sistémicos, se considera como una entidad específica denominada “Síndrome de Fatiga Crónica / Encefalomielitis Miálgica” (SFC / EM).
Existe evidencia progresiva de que algunos pacientes pueden desarrollar SFC / EM después de COVID-19. En este sentido, el virus SARS-2 sería un factor desencadenante, similar al que sucedió en otros modelos de SFC post-viral como el secundario a la infección por Epstein-Barr, Citomegalovirus, Hepatitis B y C virus y, Human Herpesvirus-6, Dengue y Ebola entre otros.
El síndrome post-COVID-19 sería una enfermedad multifactorial compleja con múltiples factores inmunogenéticos y ambientales que interactúan. Los patomecanismos comunes que median en la fisiopatología de la fatiga y COVID-19 son la suma de la respuesta inflamatoria sistémica con daño multiorgánico que incluye disfunción del sistema límbico y persistencia viral. Su patogenia sería similar a la de los síndromes de sensibilidad central (SSC).
La susceptibilidad personal mediada genéticamente regula la naturaleza y la intensidad de la enfermedad, lo que conduce a la persistencia de los síntomas. La desregulación neuroinflamatoria límbica produce síntomas sistémicos con fatiga central, dolor neuropático, trastornos del sueño y del estado de ánimo, desregulación neuroendocrina, autónoma e inflamatoria que se asemejan al SFC / EM y a los SSC.
Este trastorno ha seguido a las infecciones por coronavirus previas por SARS y MERS, en un porcentaje que ronda el 20%. En Cataluña, una revisión sistemática de AQuAS respalda que hasta un tercio de los pacientes con COVID-19 con síntomas agudos menores podrían desarrollar el síndrome Post-COVID-19, en el contexto del síndrome de fatiga crónica post-viral.
Las personas que han tenido SFC / EM tienen más probabilidades de volver a tenerlo y la preocupación es que la CoV-2 y otras infecciones futuras puedan causar más brotes. El Dr. Anthony Fauci ha especulado que muchos pacientes con síndrome Post-COVID-19 desarrollarán SFC / EM. Por lo que es evidente la similitud entre el síndrome post-covid-19 y el síndrome de fatiga crónica y la importancia del diagnóstico y tratamiento adecuado.
En este sentido, es muy importante la experiencia clínica que ha aportado el estudio del síndrome de fatiga crónica en las unidades especializadas tanto de la medicina pública como privada, a los profesionales implicados en ellas. Con un abordaje interdisciplinario y multi-colaborativo, para tratar de disminuir la discapacidad significativa que puede ocasionar el síndrome post-COVID-19 y plantearse intervenciones terapéuticas específicas.
Artículo redactado por el
Dr. José Alegre Martin
Médico experto en fatiga crónica y síndrome post-COVID-19, dentro de los Síndromes de Sensibilización Central. MIVI Instituto Aliaga Hospital El Pilar, Barcelona