Dolor

El alcohol, el «amigo» del dolor

El alcohol, el «amigo» del dolor

Las personas que sufren dolor pueden recurrir a medidas poco adecuadas ante la situación de no conseguir aliviar sus síntomas. Ante la dificultad de encontrar una cura permanente, o de conseguir calmar el dolor en algunos momentos concretos, podemos ir en contra de los consejos de nuestro profesional médico.

Una de estas medidas es consumir alcohol, y es más habitual de lo que nos gustaría. No solo las personas con dolor físico recurren al alcohol para aliviar su dolencia, sino también personas con problemas anímicos o psicológicos. De ahí que sea un riesgo que tenemos muy en cuenta.

Por qué bebes alcohol si tienes dolor

El tratamiento del dolor crónico, igual que ocurre con muchas otras dolencias, no siempre es fácil o rápido. Vivir con dolor es difícil, y aunque existen formas de paliarlo, como con medicación farmacológica y otro tipo de tratamientos, puede llevar a algunas personas a tomar decisiones que pueden resultar contraproducentes para su salud.

La comorbilidad entre el consumo de alcohol y el dolor crónico es bastante frecuente. Este tipo de dolor suele estar acompañado por la aparición de emociones negativas, estrés, ansiedad o incluso depresión en algunos casos. Para minimizar el impacto del dolor, tanto físico como psicológico, algunas personas recurren al alcohol como vía de escape.

Esto está totalmente desaconsejado por varios motivos. El primero es que para conseguir un efecto potente como calmante por parte del alcohol, hay que ingerir una cantidad grande.

El segundo es que el consumo de alcohol nunca está indicado como tratamiento de ninguna dolencia, y que tampoco es recomendable una dosis diaria mínima como hemos podido escuchar alguna vez. Además, mucha gente desconoce es que el consumo de alcohol, especialmente en personas que están recibiendo tratamiento, puede conllevar un riesgo añadido.

Problemas derivados del consumo de alcohol

Lo que en un momento determinado puede ser un alivio del dolor que sufrimos o de un estado anímico negativo, puede derivar en otros problemas de salud. Además, recuerda que en el mejor de los casos solo será un alivio temporal y que incluso puede agravar tu problema. Los efectos nocivos del alcohol, tanto a corto como a largo plazo, son de sobras conocidos a día de hoy:

  • Problemas gástricos como sangrado de estómago o esófago
  • Daño hepático y en el páncreas
  • Mayor riesgo de varios tipos de cáncer como el de esófago, hígado, colon…
  • Aumenta el riesgo de padecer problemas cardiovasculares y de accidente cerebrovascular
  • Puede acarrear problemas de salud mental como adicción, depresión o ansiedad
  • Y otras como neuropatías que pueden seguirse de dolor neuropático o agravar el dolor neuropático preexistente

Esto sin contar los efectos inmediatos que aparecen con el abuso de alcohol, como afectación psicomotriz, al habla, cambios de humor repentinos o incluso pérdida de consciencia. Y por supuesto, el riesgo de sufrir accidentes laborales o en la carretera, poniendo en riesgo a muchas más personas.

Si estamos en tratamiento, el alcohol puede interferir de forma negativa en él de varias formas: puede reducir su efecto disminuyendo la efectividad del tratamiento, causar somnolencia, náuseas, dolores de cabeza, desmayos, hemorragias internas o problemas respiratorios, entre otros.

Si estamos recibiendo tratamiento farmacológico, es vital consultar con un profesional médico los posibles efectos adversos al mezclar medicación con alcohol.

Y sobre todo, si sufres dolor crónico, puedes visitar la web del Instituto Aliaga para conocer más detalles sobre nuestros tratamientos, y si tienes alguna duda o consulta no dudes en concertar una visita con nosotros llamando al +34 935 952 910.