Diferencia entre fisura ósea y fractura de hueso

¿FRACTURA O FISURA ÓSEA? CÓMO DIFERENCIARLAS Y TRATAR EL DOLOR
Cuando sufrimos un traumatismo que afecta al hueso, podemos recibir un diagnóstico de fisura o fractura. También pueden aparecer por esfuerzos repetitivos, como en el caso de las fracturas por estrés. Dado que los síntomas pueden ser similares, es frecuente la confusión entre ambas lesiones, por lo que es necesario recurrir a pruebas de imagen para un diagnóstico preciso.
En este artículo, analizaremos las diferencias entre fisura y fractura, así como los tratamientos disponibles desde la fisioterapia, con especial atención a las opciones para el manejo del dolor.
EL HUESO Y SU ESTRUCTURA
El hueso es un tejido vivo compuesto por minerales (carbonato y fosfato de calcio), agua, colágeno y proteínas. Gracias a estos elementos, posee resistencia y elasticidad. Se divide en:
- Hueso cortical: La capa externa, densa y fuerte.
- Hueso trabecular o esponjoso: Interno, con estructura de celdas que favorece la absorción de impactos.
Su regeneración depende de la actividad de diferentes células óseas (osteoblastos, osteocitos, osteoclastos), cuyo equilibrio es fundamental para la calidad óptima del hueso.
¿CÓMO DIFERENCIAR UNA FISURA DE UNA FRACTURA?
Para determinar el alcance de la lesión es necesaria una prueba de imagen, siendo la radiografía la primera opción. En algunos casos, se requieren estudios adicionales como resonancia magnética (RMN) o tomografía computarizada (TAC).
Diferencias clave:
- Fisura: No hay pérdida total de la continuidad ósea, es decir, el hueso no está completamente roto ni desplazado. Se asemeja a una «grieta» en el hueso.
- Fractura: Puede ser desplazada (cuando los fragmentos de hueso se separan) o no desplazada. En casos graves, puede requerir reducción manual o quirúrgica y posterior inmovilización.
SÍNTOMAS COMUNES
Tanto fisuras como fracturas pueden provocar:
- Dolor intenso.
- Inflamación y hematoma.
- Pérdida de movilidad.
- Sensación de hormigueo o entumecimiento.
TRATAMIENTOS Y MANEJO DEL DOLOR
Fisioterapia en fisuras y fracturas
El tratamiento fisioterapéutico busca reducir el dolor, minimizar la inflamación y mejorar la función. En el caso de las fisuras, se inicia antes, ya que la inmovilización total puede generar rigidez articular, retracción muscular y disminución del flujo sanguíneo. En fracturas, la fisioterapia comienza tras la fase de inmovilización.
Terapias convencionales:
- Magnetoterapia: Acelera la consolidación ósea.
- Ultrasonidos y láser: Reducen la inflamación y estimulan la regeneración.
- Electroanalgesia: Alivio del dolor mediante corrientes de baja frecuencia.
- Terapia manual y movilizaciones: Previenen rigideces y mejoran la movilidad.
Fisioterapia avanzada para la recuperación y el dolor
- INDIBA (radiofrecuencia): Mejora la reabsorción de edemas y la movilidad articular.
- Neuromodulación percutánea (NMP): Aplicación de corrientes de baja frecuencia en los nervios afectados para reducir el dolor y mejorar la función musculoesquelética.
- EPI o MicroEPI: Dirigido a partes blandas afectadas por la inmovilización, cirugía o el propio trauma.
Tratamientos intervencionistas del dolor y terapia regenerativa
- Infiltraciones con corticosteroides o anestésicos locales: Para el control del dolor en casos de inflamación severa.
- Bloqueos nerviosos: Aplicación de anestesia en nervios específicos para aliviar el dolor crónico.
- Plasma Rico en Plaquetas (PRP): Terapia regenerativa que estimula la reparación del tejido óseo y blando mediante factores de crecimiento.
- Células madre mesenquimales: Aplicación en lesiones óseas y musculoesqueléticas para favorecer la regeneración.
FASE FINAL: READAPTACIÓN FÍSICA
Independientemente del tipo de lesión, la última fase del tratamiento se centra en la readaptación física para corregir disfunciones o compensaciones generadas durante la recuperación. Mediante un análisis con EMG de superficie, el fisioterapeuta diseña un plan de ejercicios individualizado para restaurar la fuerza, movilidad y estabilidad del segmento afectado.
CONCLUSIÓN
Tanto las fisuras como las fracturas requieren un abordaje adecuado para garantizar una recuperación óptima. La fisioterapia desempeña un papel clave en la rehabilitación, no solo acelerando la consolidación ósea, sino también minimizando el dolor y mejorando la funcionalidad del paciente. Gracias a la combinación de técnicas convencionales, intervencionistas y regenerativas, es posible acortar los tiempos de recuperación y mejorar la calidad de vida tras una lesión ósea.